martes, 20 de junio de 2017

JÓVENES EN BÚSQUEDA DE EMPLEO – CREACIÓN ARTÍSTICA PARA EL EMPODERAMIENTO


 


En este mes de junio, hemos terminado un taller de creación de obra pictórica, en el que participantes del proyecto #PulsaEmpleo para jóvenes, han sacado su lado artístico con la finalidad de trabajar diferentes objetivos importantes en el momento de la búsqueda de empleo:

→ Facilitar una apertura a la creatividad
→ Trabajar el miedo a lo desconocido y las inseguridades que ello conlleva
→ Descubrir potencialidades de los y las participantes
→ Fortalecer la autoestima mediante un proceso de creación
→ Alcanzar la expresión artística de inquietudes

El Objetivo general se planteó en conseguir que, por medio de una actividad artística, el alumno obtenga conocimientos básicos para la creación de una obra pictórica, ayudando a encontrar un posible camino de expresión y liberación para la gestión de emociones, un aumento de autoestima y capacidad para la creación.

Los Contenidos trabajados han sido:
-  Teórica básica sobre la realización del trabajo. Comparativa artistas contemporáneos y clásicos, ubicación en el tiempo de una obra, visionado de imágenes para su mejor comprensión.
-  Elección de la obra a trabajar.
-  Reparto de material.
-  Explicaciones de ejecución. Realización.
Realizado en colaboración con una escuela de pintura, la experiencia ha resultado muy satisfactoria y empoderante para el alumnado.



ESTOY VIEJOVEN


Los pequeños grandes maestros que la vida te pone en el camino cada día, que te recuerdan que cuando enseñas también aprendes, aunque dicho aprendizaje signifique evidenciar las diferencias generacionales, muchas veces, para bien.
Foto: Cesar González 


Desde que mi querido grupo cómico-musical “Ojete Calor” (sí, has leído bien) acuñase este término, con ningún otro vocablo, real o inventado, me he identificado tanto en algunos aspectos de mi profesión.

Las personas para las que trabajo desde hace unos años son eso que llamamos “jóvenes en riesgo de exclusión”, que no significa nada más que han nacido en el momento histórico equivocado, o en el lugar erróneo, o ambas, o simplemente que no han tenido las mismas oportunidades que otros sí tuvimos en la etapa infantojuvenil. Total, que de 18 a 29 años, me encuentro maestros de los que aprender de todo tipo. Y esto, amigos, te hace ser enseguida viejoven. Sobre todo en la era del ‘va que vuela’, donde lo de ayer es antiguo y lo de antier, obsolescencia programada radical.

Con esta premisa, paso a contar el listado de particularidades, tanto idiomáticas como de sabiduría popular juvenil, que me llevo en la mochila cada jornada, cada estación, cada año.
Resulta que soy orientadora de personas para las que Twitter cayó en declive hace tiempo, al menos para lo que ellos y ellas lo usaban; Facebook es para viejunos, o para compartir poco más que videos de Cabronazi o frases dudosamente atribuidas a Paulo Coelho y sucedáneos; dicha red social, parece ser también para personas jóvenes pero solteras (emoticono asombro – emoticono asombro – emoticono asombro!!), siendo verbalizado en numerosas ocasiones que una vez que estás en pareja, ‘lo suyo es quitarte de Facebook’. ( <- Esto es muy grave, y mucho más habitual de lo que pensamos, y da para otro post entero, quizá más adelante).
Soy orientadora de generaciones con las que no hace tanto me identificaba en muchas cosas, para quienes Instagram es la ventana al mundo, y acumular megustas en sus fotos es más importante que no haber titulado la ESO. Se lo hemos hecho creer así, no miremos para otro lado. Para quienes SnapChat, que ni siquiera lo pronunciamos bien, ‘es un poco para críos, pero divierte’.
Nadie suele calcular con exactitud la edad real que tengo, porque realmente esta cuadrilla (¡¿cuadrilla?! estoy viejoven…) me contagia su energía e intento mantenerme al día para que la comunicación fluya, pero seamos realistas, me hacen sentir viejoven. A veces se me escapa un “estás en la onda” o “qué buen rollo” y parezco la mujer desactualizada, y es todavía peor. Al menos, esto es verdad, no son “no estás al loro” u “okey makey” que ya son de llorar fuerte.

Y de pronto llegan tarde a una cita de orientación porque en el Parque del Prado de mi ciudad resulta que hay varias PokeParadas, y bichejos de colores, y estaba a punto de abrirse un huevo, y claro, se ha retrasado. Y asientes sonriendo, y al irse buscas todo eso en Google y te pones al día. Al siguiente joven le comentas el tema toda cómplice, y descubres que eso ya se ha pasado de moda. Y así. Pero NUNCA dejas de intentarlo. Nunca dejes, por favor.

Aprendo mil. Aprendo sin parar, y me hacen ejercitar mi agilidad mental. Aprendo que se puede estar “encenagao” en lugar de muy cabreado, que hay “findes que rentan” en lugar de sábados que merecen la pena; Que aderezan sus recuerdos de hace un año en redes sociales con comentarios de “madre mía, qué tiempos”; Que una ardilla podría saltar de hashtag en hashtag en sus estados sin tocar el fondo de pantalla; Que el estampado choni de leopardo, ahora es ‘animal print’ y es trendy, aunque la foto te la hagas poniendo morritos y con el wc al fondo.

Que la necesidad agudiza el ingenio, algo que hemos oído toda la vida, pero que me demuestran sin pudor y con maestría, y que intentamos que enfoquen y apliquen a su vida profesional; Aprendo que si deciden retomar sus estudios, se evidencia que tienen la cabeza mejor amueblada que los suecos aquellos, y sólo necesitaban que alguien se lo recordase y les diese la oportunidad; Que cuando algo les apasiona, ponen el alma, como sólo se pone en esa etapa de la vida, que te desbordas cuando te entregas; Que aman profundamente a sus perros y a sus gatos, que no son mascotas, son familia, y eso, es muy grande; Que les llena de orgullo tener su primer trabajo de fin de semana repartiendo pizzas o conseguir con su esfuerzo y competencias un puesto de cajero de supermercado en la campaña de Navidad, y así poder pagar la luz en casa, esto les emociona hasta el llanto, aunque nunca se lo dirán a su madre…

Si estos no son maestros, no sé cómo llamarles.

Y si no me hicieran sentir viejoven, no sería lo mismo ;)  

martes, 13 de junio de 2017

SI NO SABES SONREIR, VETE A LA TRASTIENDA

¿Recuerdas lo difícil que fue cambiar aquella primera impresión del sitio al que llegaste y te recibieron regul? Acoge bien a cada persona que te llegue, y no tendrás que trabajar en demostrar que se equivocan juzgando tu mala atención.

Acaba de entrar un colaborador habitual por la puerta de mi oficina, es una persona mayor, y al acercarse a saludar me ha dicho –Eres la persona más feliz que conozco, siempre estás sonriendo cuando llego, siempre. Sólo se me ha ocurrido contestar: todo el que entra por esa puerta, Pepe, merece ser recibido con una sonrisa. No sabía muy bien qué decir, porque sus palabras me habían emocionado un poco, y tenía miedo de que notase que me había conmovido, y quería responder ágil, y terminar el saludo para reflexionarlo a solas.

Me ha hecho pensar bastante; me suelen decir cosas así, y lejos de tomarlo como un súper halago, me apena pensar que si esa actitud de acogida que para mí es tan natural, llama tanto la atención, es porque no es muy habitual.


Trabajamos con personas desempleadas, con todos las connotaciones que ello puede conllevar en muchas ocasiones: desánimo, indolencia, desorientación, desmotivación,… no siempre, pero a menudo es así. ¿Y cómo vas a recibirles? ¿¿sin levantar los ojos del teclado?? Bueno, pues haberlo, haylo. Porque nos lo verbalizan. ¿De qué vas? Si no te nace una sonrisa acogedora, vete a la trastienda, coño. O a hacer un curso de modales y atención al público. Cutre.


Hace un tiempo, mi familia y yo pasábamos bastantes temporadas en hospitales, siempre de la sanidad pública. Resalto esto porque parece que es el personal que más razones tendría para estar reguleros, pero no. Cuando volvíamos a casa con el alta médica, muchas eran las veces que comentábamos aquello de -¿Y cómo dirá le gente que le tratan mal en el sistema sanitario? Si nosotros no podemos decir ni pío, qué amables todos, desde el jefe de especialidad, hasta el vigilante de seguridad, auxiliares, enfermería o limpieza. Solíamos además, agradecer a todos cuanto podíamos, precisamente, esa amabilidad antes de marcharnos, incluso a veces después con algún detalle, verbalizando de nuevo aquello de ‘cómo dirá la gente…’. Hasta que una de las veces, una de las auxiliares nos contestó: lo que obtienen los pacientes es un reflejo de su propia actitud, si tenéis la sensación de haber sido bien tratados, es porque vosotras habéis sido pacientes simpáticas y compresivas. Fue bastante revelador.

Así que hay que intentar que eso sea así. Que siga siendo así. Más allá del “trata a los demás como te gusta que te traten a ti”. Simplemente, trata a los demás bien, leche. Estás cara al público, a un público muchas veces desfavorecido, en un momento de desubicación, de dificultad, que el 90% de las veces entra por la puerta para solicitar algún tipo de ayuda o apoyo. Hazle sentirse bienvenido. No es tan difícil.

Varias compañeras y yo, por ejemplo, sin grandes despliegues, intentamos cosas tan sencillas como: un buen ambientador, que al entrar las personas piensen y a veces digan –uy, qué bien huele aquí; y tener una temperatura acogedora que responda a una mejoría respecto al clima exterior; Y carteles de colores que animen la vista; También, por ejemplo, colgamos por la oficina varios letreros positivos de los que puedes llevarte un trocito que te ofrece “un pensamiento alegre para hoy” o “coge una sonrisa” o “llévate un cumplido, para ti o para otros” (os dejo una recopilación aquí); Y ofrecemos caramelos si vienen con peques [y si no, también ;) ]. Pero nada de eso tiene sentido, si no va acompañado de una actitud personal de bienvenida a cada persona que atiendes, aunque solo entre a preguntar dónde hay un fotomatón por aquí cerca. El conjunto del talante de acogida y el ambiente generado, hacedme caso, surte un efecto inicial que puede inclinar la balanza de la intervención hacia un lado (hermoso) u otro.

Y de verdad, que me produce una profunda tristeza escribir esto, que parece que intento dar consejos, que no era la intención inicial, aunque repasando, me lo parezca. Porque veo que, por desgracia, tiene cabida este texto. Que para muchos son pautas básicas y mínimas de atención, pero que sigue haciendo falta, por lo visto, sugerir, recordar o difundir. Aunque como pasa tantas veces, sospecho que seguramente llegará a las manos y ojos que menos lo necesitan, que asentirán al leerlo y pensarán en alguien a quien le vendría bien echarle un vistazo, pero mandárselo sería probablemente yermo, o peor, contraproducente.

Y que oye, todos podemos tener un mal día. Pero uno, no te pases. Sonríe.

Sonríe, que probablemente el que viene en tu busca, tiene el día peor, y puede que tu sonrisa, sea el punto de inflexión.