martes, 31 de enero de 2017

IMPLICACIÓN PERSONAL EN EL TRABAJO?? SÍ, GRACIAS!!


En determinadas profesiones, sobre todo si hablamos en el ámbito persona-a-persona, la implicación personal en el trabajo, bien entendida, debería ser un factor enriquecedor del servicio ofrecido.

No son pocas las veces que leemos artículos o visualizamos vistosas infografías sobre la necesaria separación entre vida profesional y personal, con tips para desconectar, listados de las 7 razones para marcar esa barrera, y otra serie de recursos y consejos estupendos para conseguir una diferenciación muy clara. Ok, vale, pero eso no tiene por qué significar que no te impliques personalmente a la hora de trabajar. Me explico.

Soy orientadora laboral, técnica de empleo, agente de inserción sociolaboral, o como lo quieran llamar el año que viene. A mí me gusta siempre decir, y así lo expreso en mis redes sociales, que Acompaño en el camino a personas en crecimiento profesional y personal; es un privilegio y un placer. Y esto quiere decir, sí, que trabajo con los famosos y omnipresentes Itinerarios Personalizados de Inserción. Pero de verdad, de una manera bastante longitudinal y un seguimiento cercano. Irremediablemente, desde mi punto de vista, para hacer bien este trabajo, es imprescindible la implicación personal con la persona orientada. Repito, si se quiere hacer bien.

Esa implicación va más allá de la empatía. Va más allá de la profesionalidad de conocer los datos relevantes para el acompañamiento en el itinerario. Esa implicación significa acordarte de que operaban a su perro, preguntar por la sentencia de divorcio o interesarte por el primer día de colegio de su peque. Porque señores y señoras, todo el mundo sabe ya que la figura del orientador abarca mucho más allá de lo profesional y lo laboral, pero en raras ocasiones se dispone del tiempo y de la predisposición para este tipo de implicación. No hay que ser su amigo, (aunque no pasa nada si se llega a ser, ¡fuera tabús de una vez!), no se trata de ser su psicólogo (aunque algunos lo seamos por titulación, pero no su psicólogo clínico, I mean). Se trata de entender a las personas que atendemos como ese TODO que son, y darle la importancia que cada una merece, con todos sus pormenores, sus fortalezas, sus inseguridades, sus competencias, sus circunstancias, su micromundo, que se conforma de muchos detalles que no hay que perderse, porque además, también forman parte de ese profesional que hay en la persona.

Nunca sabes en cual de esos detalles va a estar la chispa que genere sus cambios, que encienda su motivación, que arraigue su implicación en su propio proceso evolutivo personal y profesional. Cualquier matiz de su vida puede ser el ‘click’ del que partir para empoderar y propulsar el despegue de una persona. Ese despegue vital, por experiencia podemos decir, que muchas veces ha sido generado simplemente porque esa persona ve que su orientador/a recuerda ‘aquel detalle’ y le importa, y eso le hace comprometerse consigo mismo y con el profesional que ha mostrado interés real por su vida y por sus avances. Esta es la implicación personal a la que me refiero.

Soy orientadora para empleo… y me emociono cuando alguien con serias dificultades a varios niveles consigue un puesto de trabajo tras mucho esfuerzo, y me encanta que me manden un mensaje fuera de mi horario laboral para decirme que tienen una entrevista o que les apasiona el curso cuyo inicio acordamos juntos. El día que eso me moleste porque es obligatorio marcar líneas rojas, pasaré al otro lado de la mesa para buscar un nuevo horizonte profesional. 
Foto: Cesar González