Hoy, como cada fin de evaluación desde hace años, me has hecho llegar tus notas de clase. Antes me las acercabas, hoy me las mandabas por whatsapp. Notazas, qué orgullo. Y por si eso no fuera suficiente ilusión, me has dicho una de las cosas más bonitas que me han dicho en vi vida: “A ver, tú fuiste quien me infundiste los valores de definir dónde está mi límite y de momento no veo donde está”… ¿pero como coño te voy a haber enseñado yo eso? Quiero decir… ¿en serio? Ni se te ocurra volver a hacerme llorar en horario laboral.
Y tú, que me has mandado una foto desde tu
coche, en la que aparece la puerta de CR Talavera, y la subtitulas “Ahora a quien entro a ver yo ☹️“ Y me he roto un poquito por dentro…
¿Qué si me acuerdo de ti?
Y cuando paso por la cafetería en la que
curras tú, sólo por verte, porque ya hace frío para convencer a mis amigas de
seguir yendo allí a desayunar… y a veces paso, sin que me veas, sólo por ver si
sigues ahí, si estás bien…
Y he debido ser tan pesada, o apasionada,
que un amigo viene a preguntarme si una de “mis chicas del vídeo” trabaja en
una panadería, porque le ha parecido que era ella. Y le digo segura que sí,
porque me escribiste hace unos días para contarme que estabas currando. Y te
echo de menos, rubia.
¿Qué si me acuerdo de vosotros?
Y tú que cuatro años después, y viviendo a
300 kilómetros, sigues recomendando a conocidos que vayan al proyecto, y
sueltas cinco líneas de todo lo que sigues recordando y aplicando en tu día a
día profesional, y tanto tiempo después, agradeciendo. Increíble.
O tú, que casi eres ya colaborador
habitual y estrella audiovisual, que no solo me permites seguir siendo testigo
de tu evolución, sino que me invitas a ser parte de ella, y no hay mes que no
nos pongamos al día.
¿En serio me preguntas si me acuerdo?
De ti, que me contactas para contarme que
te han contratado tras las prácticas del curso que planificamos; De ti, que
tuve que guardar el secreto de que ya habías titulado la ESO para que no te
fueras muy lejos…; De ti, y de qué tal te habrá ido en la atractiva empresa en
la que tanto costó conseguirte la plaza de prácticas; De ti, pequeña, que al
fin te has lanzado a interpretar, me emocionas; De ti, que se te quebró un
sueño y peleaste por el sucedáneo más gamberro, y te salió bien; De ti, que
tenías nombre de ministro, y tres años después me sigues pidiendo consejo y
contando novedades; De ti, que me cuentas con entusiasmo que te han llamado
para la campaña de Navidad; y de ti, con nombre de dios, que seguro sigues
vacilando a todas mis compañeras…
¿Qué si me acuerdo…?
Cada día me recordáis quien soy, me
recordáis por qué hago lo hago, por qué hay que seguir luchando. Me dijiste: haces justo lo que nos has enseñado, seguir
intentando siempre crecer… y me devolviste realidad, le diste sentido.
¿Qué si me acuerdo…?
A cada momento ME ACUERDO, te recuerdo, os
añoro, te extraño, me refuerzas, a cada momento sois el espejo en el que quiero
mirarme, que me devuelve el reflejo de los trocitos de mi alma a la que habéis
dado forma.
ME ACUERDO SIEMPRE.
MI MUCHACHADA, GRACIAS.