domingo, 4 de junio de 2023

Eres tan de verdad que asustas: V5_FINAL_bueno_este.docx

 A veces me pasa que, a determinadas personas, les cuesta creer que de verdad soy de verdad, y entonces creen que simulo la veracidad con destreza, pero irremediablemente interpretan que interpreto un realismo teatralizado. Si te has enterado de algo, olé.

Supongo que, por eso, hace poco alguien me dijo “eres tan de verdad que asustas”.

Cuando alguna actividad me apasiona, personal o profesionalmente, o una experiencia me despierta sensaciones que me hacen vibrar, que me reubican, o conecto con personas que son (y me hacen sentir) magia, intento contar la parte que vaya a compartir más o menos enseguida, para no perder la impregnación emocional y volcarla de la manera más fiel y fidedigna posible, sin el filtro del tiempo y la perspectiva, sin las cortapisas de la reflexión y la racionalización del qué dirán profesional. Porque eso sería menos yo, y sobre todo, yo quiero ser más yo, no menos.

Porque me da igual que un sábado a las tres de la tarde lo vaya a leer menos gente, si es más verdad. Porque no lo dejo programado para después; lo siento ahora, lo comparto ahora; las emociones son en directo, solo pueden ser en vivo, porque estamos vivos ahora, no después.

Y entonces, vengo de un evento que me ha desbordado de cosquillas y personas, de rincones y curiosidad, de aprendizajes y satisfacción profesional, y escribo, comparto, reparto y despliego afectos, tal como vienen, me recorren, caen en líneas de texto y ya no me pertenecen. Si hay personas que me han hecho sentir así, son suyos. Nuestros, al menos.

“Eres tan de verdad que asustas”, me llega al móvil tras compartir tres días de larismos y una publicación que compila Amorientación, Humorientación y agradecimiento. Y me remueve, para bien. Y para regular.

¿Tan enrarecido está el ambiente que ser de verdad asusta? ¿Seré “demasiado de verdad”? ¿Es la palabra “intensita” el nuevo “histérica” que descalifica el ímpetu emocional y, principalmente si estamos en el entorno profesional -y dobla la apuesta si eres mujer-? ¿Choca que alguien sea coherente, entregada, entusiasta y maja? ¿Se siguen esperando gurús en pedestales para que la vaina chirríe menos, cuando debería chirriar más?

En realidad, es uno de los cumplidos, halagos, comentarios, más bonitos que me han dicho en mi vida. Porque, por definición, no sé ser de otra manera. No se puede impostar la verdad. Y un día me di cuenta de que tenía la enorme suerte de que no me hiciera falta hacerlo de otra forma, que mi ‘ser yo’ encajaba perfectamente con mi objetivo-hacer, así que, menuda fortuna cósmica o whatever.

¿Acabas haciendo lo que se te da bien, siempre buscando mejorar, o se te da bien lo que eliges porque la práctica te va dando tablas? ¿O hay una combinación perfecta y en equilibrio entre ambas opciones, que hace que la magia se cuele por las grietas de la realidad cotidiana, haciéndote crecer y guiñando un ojo al destino mientras te dejas la piel con la autoexigencia? Te has quedao to loco con esta última frase, yuxtapuesta por lo menos.



Y quiero recuperar, para hacerle justicia a lo etéreo de la creación y creatividad artificial, una frase absolutamente remarcable del post anterior, que por muy escrita por máquinas que fuera, es definitivamente gloriosa: “La autenticidad implica discernimiento y sabiduría para decidir cuándo y con quién abrirnos. Es importante establecer límites saludables y respetar nuestra privacidad, al tiempo que cultivamos relaciones genuinas basadas en la confianza y la honestidad.” Brutal o qué. Ni con toda mi verdad podía mejorarla, ni expresar lo de acuerdo que estoy sin rescatarla. Reitero que esta redacción artificial, coincide con mi natural opinión sin matices que añadir.

Y es que, para mí, no hay autenticidad sin altas dosis de naturalidad. Recuerdo cuando me debatía entre modular mi naturalidad o dejarla correr, cuando dudaba si decir tacos era profesional, cuando me pensaba dos veces si esa idea de última hora, algo descarada, debía ser incorporada o no. Duró poco, muy poco ese debate interno. Para mí solo había una opción y se abrió camino sin esfuerzo, imponiéndose desde bien temprano. ¡Y cómo lo celebro!. Incluso los momentos “no filter”. Es que los necesitamos en este mundo de efectismos, de conchis de fin de semana, de frases impactantes vacías y de pocos abrazos de más de siete segundos.

Porque mi naturalidad es cariñosa, mi autenticidad es regañona, mi directo es con risas y afectos, mi verdad es tierna y vinculante, y me encanta que sea así. Y quiero más verdad alrededor. Y cuando las ‘personas verdad’ nos encontramos, nos reconocemos, y es explosivo, increíblemente divertido y reconfortante.

Así que, gracias por esa frase que me ha marcado bastante, sobre todo porque vino de alguien MUY MUY de verdad, bonita y del gremio de las que sentimos lo que hacemos, y sentimos que lo que hacemos tiene sentido y un lugar especial en el mundo, y nos llena cada día nuestra misión. Gracias por recordarme que es ahí. Seguiremos asustando en este contexto de emociones efímeras, que al menos el susto de la verdad nos haga parar un momento y tomar perspectiva, para bien, siempre.

Gracias, de (con) VERDAD.

domingo, 28 de mayo de 2023

Eres tan real que asustas: El poder de la autenticidad en nuestras vidas

Hoy quiero compartir una experiencia que me dejó pensando profundamente sobre el valor de ser auténticos en nuestras vidas. Recientemente, alguien me hizo el cumplido de decirme: "Eres tan real que asustas". En ese momento, no solo me sentí halagada, sino que también me hizo reflexionar sobre el impacto que tiene ser genuino en nuestras interacciones y cómo esto puede influir en nuestra trayectoria profesional y personal.

Ser auténtico significa ser fiel a uno mismo, sin miedo a mostrar nuestras verdaderas emociones, pensamientos y creencias. Implica ser transparente y vulnerable, compartiendo nuestras experiencias y aprendizajes con los demás. Cuando somos auténticos, creamos conexiones genuinas y profundas con las personas que nos rodean.

Recibir el cumplido de ser "tan real que asustas" me recordó la importancia de ser honestos con nosotros mismos y con los demás. En un mundo donde a menudo se espera que nos adaptemos a ciertos roles o normas sociales, mostrarse tal y como somos puede ser una cualidad sorprendente y poderosa. La autenticidad se convierte en un faro que nos guía hacia relaciones más significativas y auténticas.

En mi experiencia como orientadora y conferenciante emocional, he descubierto que las personas anhelan la autenticidad. En un entorno laboral, por ejemplo, los líderes auténticos tienen la capacidad de inspirar a sus equipos y fomentar un ambiente de confianza y colaboración. Al ser auténticos, abrimos la puerta a la creatividad, la innovación y el crecimiento personal y profesional.

Asimismo, cuando compartimos nuestras emociones y experiencias reales, nos permitimos conectar con otras personas de manera más profunda. Al ser auténticos, mostramos nuestra humanidad y vulnerabilidad, lo que genera empatía y comprensión en los demás. También les brindamos a quienes nos rodean el permiso para ser auténticos a su vez.

Sin embargo, ser auténticos no significa que debamos compartir todo sobre nosotros en todo momento. La autenticidad implica discernimiento y sabiduría para decidir cuándo y con quién abrirnos. Es importante establecer límites saludables y respetar nuestra privacidad, al tiempo que cultivamos relaciones genuinas basadas en la confianza y la honestidad.

Resumiendo, el cumplido de ser "tan real que asustas" me hizo reflexionar sobre la importancia de la autenticidad en nuestras vidas. Ser auténtico nos permite conectarnos con los demás en un nivel más profundo, construir relaciones significativas y vivir una vida más plena y satisfactoria. Les animo a todos a abrazar su autenticidad, a compartir sus emociones y experiencias reales y a ser una influencia positiva en el mundo que los rodea.

Recuerden, ¡ustedes son tan reales que inspiran!

Paradoja: El post completo ha sido redactado por Chat GPT con el prompt: Como orientadora laboral y conferenciante sobre emociones, escribe un post sobre lo que ha significado recibir de otra persona el cumplido "eres tan real que asustas"

PD: Recibir ese cumplido fue real, y estoy de acuerdo al 95% con lo expuesto por la IA. Escribiré el post desde la inteligencia natural (o algo) en breve.




martes, 9 de agosto de 2022

Que sí, pero que no.

Que sí, que no eres tu trabajo, pero mejor si consigues trabajar en algo que te mole.

Que vale, que trabajamos para vivir y no al revés, pero son muchas horas, muchos días, muchos años, ¿y si intentamos que sea agradable dentro de tus posibilidades?

Que sí, que solo es trabajo y es un tercio de la vida, pero vamos a procurar que hagas algo acorde a tus valores. ¿Al menos no incoherente con ellos?

Vale que tu identidad no se forja por tu función productiva, pero mirémoslo al revés, busquemos una actividad laboral que medianamente encaje con quienes somos.

¿Es posible este término medio para todas las personas? NO. Hay mucho trabajo mierder que nunca va a aportar demasiado a la vida. ¿Podemos, no obstante, intentarlo siempre? SÍ, para nosotras y para quienes acompañemos en su camino hacia el empleo.



De hecho, las profesionales del empleo, nos encontramos muchas veces con personas que están justo en ese momento en que deben decidir hacia dónde dirigirse ¿seguir igual o cambiar de trayectoria? ¿Reconducir? ¿Recapacitarse? ¿Reinventarse? ¿Ser continuista? Dependerá de mil factores, pero es el momento perfecto para poner sobre la mesa todas las cuestiones anteriores.

A lo mejor, y solo a lo mejor, podemos provocar un click que despierte otra forma de enfocar el trabajo. Las opciones son limitadas, el mercado es precario, el contexto es desfavorable… si has leído entre líneas, no estoy hablando de eso. Dentro de “es lo que hay”, valoremos opciones. Dentro de lo factible, siempre hay un mínimo de elección.

Y ahora, algo más delicado. Espero que se interprete bien.

Otro enfoque posible es tunear mentalmente el concepto de tu trabajo. Y con esto quiero decir: todo trabajo tiene algo positivo en lo que puedes enfocarte, mientras llega algo mejor, y tampoco hablo de positividad toxicaza, ojo. Voy a poner algún ejemplo, y es importante para mi que se entienda lo siguiente: NO romantizo la precariedad, NO banalizo la situación de mierda de determinados trabajos, NO infravaloro unos puestos frente a otros; solo quiero visibilizar lo que quiero decir a partir de ejemplos.

Hay cosas que podemos re-enfocar desde nuestro puesto de trabajo y también desde nuestro rol de cliente/consumidor/ciudadana que pueden aportar mejorías a cada situación. Os cuento algunos ejemplos que a veces comparto:

  • Cuando llega a mi casa un paquete, intento hacerle ver a la persona de reparto la alegría que me da recibirlo. “Siempre es guay verte, me traes ilusión, gracias”. ¿Y si ese gesto le hace ver que lo que hace, en cierta manera, mola? (Sí, a pesar de las condiciones, las exigencias, la situación… no estoy hablando de eso, no es incompatible luchar por un empleo digno y de calidad, y por el camino, intentar que sea más llevadero y darle la importancia que tiene).
  • Cuando una participante consiguió trabajo de repartidora de comida a domicilio, y ambas sabíamos que era algo transitorio y un empleo alimenticio (nunca mejor dicho…) que no le entusiasmaba. Pero intentamos darle la vuelta mientras. - ¿Recuerdas cómo es ese momento en que llega a casa la pizza que habéis pedido? Le dije, -Eso es lo que vas a provocar tú ahora cada vez que llames al timbre.
  • En una época que me tocó viajar mucho, y a sabiendas de las condiciones de ciertos puestos de trabajo, incorporé una costumbre sencilla, pero kukitizante. En los hoteles, al dejar la habitación, dejo una pequeña propina con una nota que dice: gracias por acondicionar la habitación. No puedo dejarte mucho más, pero espero que puedas tomarte tranquilamente un café, y sepas que tu trabajo es importante porque contribuye al buen descanso de las personas, recuérdalo siempre.


Dejemos los absolutismos, y las barbaridades de la familia del querer es poder y toda esa mierda basura, y enfoquemos desde un realismo medio optimista, medio práctico: haz lo que puedas con lo que hay.  Encuentra algo para valorar como provechoso en lo que toca ahora, sin perder de vista el medio y largo plazo. Y mira a ver qué de ti puedes impregnar en la actividad, en la acción, en la tarea cotidiana y convertirla algo más.

Que sí, que no eres lo que haces, pero intentemos poner un poquito de lo que somos en lo que hacemos.

Que sí, pero que no.

Que no, PERO QUE SÍ.


Os dejo algunas lecturas recomendadas, relacionadas con el tema, algunas en mayor medida que otras, y algunas a favor del punto de vista expuesto y otras que difieren, para tener siempre varios enfoques:

1.      La lección que se puede sacar de la Gran Dimisión: tú no eres tu trabajo

2.      No me gusta mi trabajo. Descubre cómo solucionarlo

3.      Conectar mientras trabajas: "Si tienes empleados muy felices tendrás empleados muy productivos"

4.      El síndrome del trabajo ideal

5.      Tener amigos en el trabajo aumenta la productividad

6.      Positividad tóxica: ¿es real que "lo que sucede conviene"?

miércoles, 27 de julio de 2022

Recuerda: Tu trabajo no va de ti

Yo una vez también tuve que recordarlo: cuando te dedicas al acompañamiento al empleo, la cosa no va de ti. No eres el protagonista, eres el apuntador. No lo olvides.

Y es que no dejo de ver como se diluyen las fronteras entre el “me apasiona lo que hago” y el “como me apasiona lo que hago, me pongo en el centro para contároslo”. Y es algo necio. De necios. Y peligroso. Un peligro necio.

Es fácil que las personas profesionales del empleo, nos enamoremos de nuestro curro, es increíblemente fácil… ¿Cómo no? Pero la cosa es amar lo que haces, como cuando amas desde la templanza, la perspectiva, el tiempo compartido. Si lo amas desde el enamoramiento, el impulso, el subidón inicial… lo centrarás en ti: yo me siento, yo acompaño, yo soy, yo ilumino. Y esto, baby, no va de ti.

Y perder el foco, no es amor. Perder el foco es olvidar que la verdadera protagonista es la persona que te mira esperando respuestas que más adelante saldrán de sí misma. La trama central es el grupo clase al que inspiras, y no tu inspiración. La finalidad es que se reencuentren con sus objetivos, no darle sentido a tu vida.

Que sus progresos te llenen de ilusión es absolutamente maravilloso (para ti). No es lo principal, no es el objetivo, no es ni siquiera importante, aunque sea maravilloso (para ti).

No se puede pedir más que un profesional apasionado, creyente, entregado, motivado. Espectacular. Pero: sigue sin ser lo esencial de la historia. Que cuando quieres contar una historia de éxito, acabas hablando de ti, ¿no te das cuen?

El ego jugando al escondite con la empatía, siempre (se) hace trampas para ganar, que es perder.


Las personas que acompañas en su mejora profesional, efectivamente, pueden ser espejos en los que mirarte, pero no en los que reflejarte, no en los que transferirte, sublimarte, ponderarte.

Eres un medio, nunca un fin. Eres un vehículo, no un conductor.

Transitas caminos sosteniendo un farol. No eres el farol, no eres el camino, y, sobre todo, no eres el caminante. No quieras serlo, que no te deslumbre tu propia candela. Apunta pallá.

No diseñes acciones que te encantan, “que te llenan”, que te motiven. Dibuja la utilidad, estás al servicio de, visualiza la validez, no tu regocijo. Pueden coincidir en tiempo y espacio buen servicio y autocomplacencia, pero nunca supeditar lo primero a lo segundo. Por favor, recuérdalo. Recuerda. Esto no va de ti. Ni cuando va de ti.

miércoles, 14 de julio de 2021

Se buscan buenas personas #TPWK

Al final del día, lo importante es estar rodeada de buenas personas, y en tu puesto de trabajo pasas muchas horas al día como para experienciar lo contrario.

Tras muchas conversaciones con empresas, colegas del acompañamiento al empleo, profesionales de la gestión del talento, personas en búsqueda de empleo… la conclusión es similar: se buscan buenas personas. Lo demás, es entrenable, aprendible, mejorable, y tan particular en cada puesto de trabajo, que nunca lo sabrás todo al llegar, ni falta que hace. Pero ser buen compi, eso se ES (o no). De eso no hay Máster, ni puntúa en el baremo. Y debería.

En serio, en tu propio equipo de trabajo, ¿qué prefieres? ¿una buena persona a la que entrenar el tiempo que necesite o un súper listómetro insoportable? O peor aún, una persona encantadora traicionera. Buenas personas siempre.

No estamos hablando de esas personas de las que decimos “es muy buen persona, y muy majo, pero es que no le da para más”. No. Estamos hablando dentro del nivel profesional medio. Ser buena persona NO es suficiente, evidentemente, para el desempeño óptimo de un puesto. Pero, entre un 5/10 en destreza laboral que es buena persona y un 8/10 que es regulero personalmente, me quedo con el primero sin dudarlo. Y muchas empresas también.

Al fin y al cabo, ¿qué son las famosas competencias blandas, soft skills, destrezas interpersonales, habilidades sociales, …? -llámalas como quieras según la época-. Son ser maja, desenvuelta, simpática, buena persona y buena compañera. Y otras muchas cosas, pero eso de base.

Se nos llena la boca de la importancia para el candidato, para la empresa, para el proceso de selección, del famoso “trabajo en equipo”. Y seguimos ejerciéndolo con el enfoque puzle, cada uno hace su parte y lo juntamos después (qué recuerdos, ¿eh?). Eso no es trabajo en equipo, eso es rompecabezas mediocre. Trabajar en equipo es respeto al tiempo y a los tiempos de los demás, es apertura, escucha, cariño profesional, cuidado mutuo, enfoque colectivo, colaborar sin competir por un objetivo común, alentar, reconocer, apoyar. Felicitar -sinceramente- cuando hay un logro “ajeno”, generar buen ambiente y compañerismo, visión comunitaria. En definitiva, muchas cosas del trabajo en equipo, no están directamente relacionadas con el trabajo, y sí más con el equipo. Con las personas. Y mejor, si son buenas personas. Y mejor aún, ser una de ellas.


Ojo, que esto tiene que ESTAR en las personas, pero también en el estilo de liderazgo, que lo debe promover. Y que ambas cosas coincidan, lo sabemos, es complicadísimo, pero debería ser la tendencia. Por el bien de las personas y de las organizaciones. ¿Sabrán algunas personas líderes de equipos aquello de “la persona que trabaja un poquito más feliz es más productiva”?... tiene pinta de ser de esas cosas que la teoría muy bien, pero en la práctica, ya me apaño yo con mis clásicos chungos. Y divido a ver si venzo, o al menos, que no se me note mucho que no sé lo que hago en cuanto a gestión de personas.

En un encuentro con empresas tecnológicas hace poco, ese sector TAN especializado, un jefón nos decía “es que al final, lo que queremos es gente maja”, y eso da esperanza. Y es que bien mirado, es una argumento absolutamente ganador, ¿quién no quiere estar de buen rollo en el trabajo? Pues haberlos, haylos. Por amargura, por miedo a su propia mediocridad, por inseguridad, por aprendizajes tristes, por jerarquías arcaicas, por lo que sea. Bueno, y que todas sabemos que, si una persona está de buen rollo en el trabajo, es porque trabaja mucho menos que nadie [modo irónico on, pa los cortos].

“Personas majas”, nos dicen. Escuchad. Sedlo. Personas majas, buenas personas, que sonríen, que saludan, que abrazan (sí, en la oficina, no te vas a morir, pasas allí un tercio de la vida como poco), que echan un cable, que no pisan a nadie ni venden a su madre por un poco de casito, que ven opciones de construir juntas en lugar de carreras de obstáculos. Compañerismo era eso.

Que sí, que estamos muy “quemaos” y que vaya último año y medio de aguante emocional… pero que no se arregla siendo peor, solo siendo mejor (persona). Y si no, busca un lugar donde estar mejor, donde SER mejor. Y no des por saco. Hombre ya. Que al final me cabreo jajaja.

Se buscan buenas personas. SE NECESITAN.

Si lees esto y alguna vez fui “tu compañera tóxica” ten por seguro que no había una estrategia de nada detrás, probablemente un momento de mierda y pocas herramientas. Porque no solo miro hacia afuera, a lo mejor he sido un venenito a veces; muchas, lo he identificado y he trabajado en atajarlo, porque mi esencia no es esa. Otras, ni me habré dado cuenta. Pero intento con todas mis fuerzas SUMAR. Y el día que no tengo fuerzas o sonrisa, al menos, NO restar.

No cuesta tanto un cumplido, una sonrisa bajo la mascarilla. No sabíamos que las arrugas alrededor de los ojos iban a ser tan importantes, tan comunicativas, tan trascendentales. Ya no uso contorno de ojos por si alguien no notara que le estoy sonriendo. No cuesta tanto un “¿estás bien?”, un “esto lo hicimos juntas” en lugar de medallas a escondidas, un “hoy invito yo”; no cuesta tanto un “vete a casa, yo lo acabo”. No cuesta tanto, y vale MUCHO. Vale la vida (la profesional, también es vida). No cuesta tanto y lo estoy viendo cada vez en más personas a mi alrededor, lo que me hace profunda ilusión, llamadme inocente -que lo soy-, pero igual… Algunas personas sí salieron mejores…

Se buscan buenas personas. Almas de [Re]Construcción Masiva.

 

PD: Os dejo esta maravillosa canción, Treat People with Kindness [#TPWK], del gran Harry Styles, para vuestro disfrute.  



martes, 5 de enero de 2021

Almas de (Re)Construcción Masiva

Las que hacen falta, las que más hacen falta, las necesarias y siempre necesarias, pero ahora esenciales. Las almas que son piezas de un puzzle mágico, y no las que son puño enfadado que arroja por los aires con su ira los fragmentos construidos.

Almas de visión conjunta, central y periférica. Capaces de ver la imagen final, y no solo su apariencia en la foto (esa no, saca otra…).

Almas sociales, de construcción masiva. Edifican vidas con cimientos resquebrajados, desde sus propias grietas, desde su a punto de demolición. Amianto en las venas, amor en la intervención.

Imagen de Michael Gaida en Pixabay

Con el miedo a mañana, como tú, con la inseguridad digital, como tú, con las niñas junto al ordenador, casi como tú, con la mascarilla en el corazón y el miedo en el cuerpo… como tú. Con la fuerza de un huracán vocacional. Con las ganas de crear rumbos nuevos, para ti, la creatividad de dibujar otros mundos, para ti; ingeniería de caminos, canales y puertos… hacia el empleo, hacia la vida, hacia la nueva normalidad, para ti.

Almas generosas, de construcción conjunta. Con visión global e individual, con amplitud de miras, que trasciende telediarios y transforma terror en templanza. Que se unen en cadena para llegar más lejos, más cerca, de ti.

Almas armadas hasta las cejas de empatía, tan repetida, tan poderosa. Que lloran cuando no mira nadie, que se agotan a media tarde, que recobran el aliento cuando subes otro escalón. Almas sin tregua, sin restricción perimetral, que se expanden hacia ti, por ti, para ti, desde ti. Almas por lo común, lo comunitario y la comunidad.

Almas que suman, que caminan en resolutivo, y no enrabietadas por colores ni gestores; que abordan cada reto como un acertijo amoroso, que vibran hacia el encuentro y no hacia la llorería.

Almas de deconstrucción masiva. Fragmentando realidades, reorganizando materias primas emocionales, creando nuevas estructuras de afrontamiento y  gestión.

Las almas que inspiran, que unen, que bordan tu nombre con hilo de oro en los registros de datos, que guardan tu secreto para susurrarte al oído en el momento que estés preparada, que narran tu historia como ejemplo a quienes serán mañana historias de ejemplo. Que entrelazan caminos de otras almas en búsqueda, tejiendo redes de acompañamiento y fortaleza.

Almas por el bien mayor. El que alcance a más gente, a más personas, aunque yo no sea una de ellas.

Ánimas crujientes, siempre como recién hechas, que huelen a sonrisa y a galletas de coco. Que alimentan al alma de enfrente, que caminan a su lado, que respiran profundo entre alma y alma, mirando sin ver un boli sobre la mesa como si fuera el infinito. Coge aire, seguimos.

Son las almas que aportan, que sugieren, que visualizan, aman, facilitan, proyectan, futurizan, creen, crean, CONSTRUYEN.

Las que hacen falta, las que más hacen falta, las necesarias y siempre necesarias, pero ahora esenciales. Mas que en ningún otro momento, nos necesitamos en luz ALMAS DE RECONSTRUCCIÓN MASIVA.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Cuando 𝒔𝒊́ 𝒔𝒆 𝒗𝒂𝒍𝒆 el efecto Pigmalión

El efecto Pigmalión tiene su origen en un mito griego, en el que un escultor llamado Pigmalión se enamoró de una de sus creaciones: Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito continúa cuando la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver el amor que éste sentía por la estatua, que representaba a la mujer de sus sueños. (Wikipedia)

Tú también has tenido un momento en el que te has enamorado de tu obra. Piénsalo. De una meta, de lo que haces, de un futurible.

Un proyecto, una idea, una propuesta, que te ha desvelado, que te ilusionaba sobremanera, que te arrancaba sonrisas furtivas imaginándolo.

Esos son los buenos. Y se valen.

Cuando estás dibujando aun de lejos el esbozo del borrador de una idea. Cuando se te ocurre por primera vez y en tu cabeza aparece en grande ¿y si…?. Cuando lo verbalizas por primera vez. Cuando te dicen: no sé por qué me da que recordaremos este día.

Cuando encaja lo que se te ocurre con lo que se necesita. Match. Cuando una ocurrencia llega inspirada por el trabajo previo, como suele ser, justo cuando más falta hace. Musa-match. La experiencia es la mejor musa, pero la creatividad y la agilidad mental, arropan cuando el frío de la improductividad arrecia. 

Cuando anotas ideas en una servilleta, en el móvil, en la mano, que no escapen; oye Siri… dices ya medio dormida. Y vislumbras lo que es aún una amalgama de preconceptos. Pero ya te enamoras un poquito.

Cuando le das forma, y preparas lienzo, pincel y colores. Y justo ahí ya sabes que es y será. Y trazas, y los trazos te dibujan a ti, y desfilan definiendo densidades divergentes, y toma forma, y es a la vez idea, objetivo, propósito y solución. Y te encandila su mirada.

Cuando aterrizas, concretas, perfilas, redactas, esculpes, y al fin tiene silueta. Y es bello. Y te imaginas dándole vida. Es el guion de tu siguiente ópera prima, porque cada una es la primera, cada proyecto, cada idea, cada puesta en marcha, es primeriza, novel, tímida pero asertiva, intrépida y descarada. Y te ruborizas, cada vez.

Cuando compartes, comentas, expones. Y recoges miradas, reacciones, aportaciones, sonrisas cómplices, enriquecimiento. Y crece. Cuando materializas y planificas, de dentro a afuera, de afuera hacia dentro. Para crecer más, uno y grupo, una y todas, uno y unión. Y cocrear. Y enamorarse, ya , perdidamente.

Cuando se llama proyecto, taller, programa, jornada, libro, obra, producto, ensayo, exposición, performance, actividad, proyección. Cuando se llama lo que tú quieras. Lo que tú seas, lo que sacas, lo que compartes, lo que ponéis en marcha, lo que se inicia. Cunado cuidas cada detalle, y proyectas la elaboración en holograma, luego el volcado a tangible, luego la secuencia lógica sin perder la locura, y luego el detalle. Y detalle. Y matiz. Y minuciosidad. Y autoexigencia. Y detalle(s). Y Pigmalión.

Cuando Galatea toma vida. Porque sabes que antes del inicio, ya hay mucha vida. Que antes de estar viva, ya era amada. Que esa idea, ya era antes de ser porque fue en ti. Y luego fue. Y ahora es y está, para evolucionar ya fuera de ti, para engendrar, para servir, para mutar y ofrecer luz, para versionar tu visión del mundo al servicio del mundo. Y la amas una vez más. 

Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.

-Las metamorfosis, de Ovidio-