miércoles, 31 de mayo de 2017

LOS DÍAS JODIDOS: LA IMPERIOSA NECESIDAD DE RECORDAR POR QUÉ HACES LO QUE HACES

Esos días en los que mandarías a la mismísima mierda todo lo que te rodea, son en los que se hace irremediablemente necesario tirar de la caja de recuerdos, donde guardas aquello en lo que pusiste la etiqueta “para rescatar en los días malos”.

Hace unos días, caminando por un centro comercial junto a mi compañera de trabajo y de alma, me encontré a un joven que había sido participante de uno de mis proyectos un par de años antes, durante un periodo muy corto de tiempo. Asistió a un par de entrevistas individuales y a dos o tres sesiones grupales de orientación, y no volvió más porque decidió retornar al sistema educativo, lo cual es siempre motivo de alegría. Me acerqué a saludarle y me miró extrañado, mientras verbalizaba que no estaba seguro de si me acordaría de él. Se sorprendió bastante, y aun más cuando le dije, - claro, eres Raúl, ¿cómo te va?. Noté que le proporcionó cierta alegría y se sintió mínimamente importante solo por el hecho de que me acordase de él. Mi compi me confirmó que observó lo mismo (no estoy loquísima, pues). Un pequeño detalle al que decidí poner un ‘post it’ recordatorio “hacer sentir importante a todas y cada una de las personas que atiendo, porque lo son à acordarse en los días malos su cara de sorpresa sólo por ser recordado”.



La amiga-compañera que mencionaba anteriormente, hace dos meses decidió hacerme el mejor regalo de cumpleaños de mi vida: un vídeo en el que salía mogollón de gente que quiero y por lo visto, me quiere (J), felicitándome. En el terreno personal, emoción infinita. En el terreno profesional (con todos los límites deliciosamente difusos que hay entre ambos), dos grandezas: mi participante/alumno EQUIS, que aparecía en el video agradeciendo que jamás se quebrantara mi confianza en él y gracias a eso luchó y creció y ahora tiene una vida mucho mejor, y mi participante/alumno IGRIEGA que decía en su vídeo que yo era una de las personas más importantes de su vida. Esto, señores, lleva una señal gigante en luces de neón que dice “para recordar sí o sí en los días jodidos à amas lo que haces por esto, nunca olvides estos recuerdos”.


Y es que hay días jodidos. Por mucho que te guste, que te enriquezca, que te apasiones… no todo depende de tu entusiasmo, y ahí entran en juego dos cosas: el compañerismo, herramienta fundamental para salir adelante, y la caja virtual de recuerdos emocionales positivos, que más vale tener cargadita porque hay etapas en las que será el único motivo para seguir adelante. Así que recuerda tener limpia la retina y reservar espacio libre en tu disco duro con forma de corazón, porque necesitarás retener todo aquello, para que haga las veces de compensación cuando todo parece quebrarse.

Una vez, alguien me dio una respuesta que verdaderamente me ha servido como equilibrante en varios momentos. Yo me quejaba en un momento dado de la falta de recursos técnicos para atender a mi alumnado, de problemas de logística y espacio, de la calidad que restaba todo eso al servicio ofrecido… y la persona con la que hablaba, que me conoce en profundidad, me dijo: - Lara, las personas a las que atiendes, mientras estés tú, tienen todo lo que necesitan. Tú eres su mejor recurso, no lo olvides nunca, el resto es accesorio, ¿qué crees que recordarán pasado el tiempo? ¿el aula, la privacidad, el no-ordenador,… o a su orientadora?. Me descolocó, y sin restar importancia a todo lo demás, que es necesario mejorar, entendí que tenía razón. La persona que hay detrás de un servicio ofrecido, es el máximo exponente de lo que dicho servicio ofrece, y la calidad del mismo dependerá mucho más del profesional que de sus accesorios. Como ejemplo en cada uno, sirve aquello que siempre decimos de un profesor o formador que te marcó en la etapa educativa… lo que más recuerdas es aquella persona. Así que a esta conversación también le puse una pegatina mental à “para rememorar en las etapas chungas”.

El año pasado, en una feria de empleo, me encontré con una señora, que había sido alumna mía en un taller de motivación al empleo 6 o 7 años antes. En este caso, era yo la que dudaba de si ella se acordaría de mi. En efecto se acordaba. Se acercó y me dijo: -Mira, no te lo dije en su momento, y me quedé con las ganas. Quiero agradecerte mucho el taller que nos diste, tú no lo sabes pero ha tenido mucha importancia en mi vida, así que aprovecho que nos encontramos para darte las gracias. Esto fue muy impactante emocionalmente. Etiquetaza à “señoras que se acuerdan de ti y te agradecen emocionadas después de varios años”.

Y otra serie de frases, prácticamente literales (algunas directamente copiadas, ya que han sido brindadas por escrito), que guardas, entre algodones imaginarios, para que estén a gustito y vuelvan a ti cuando flaquean las fuerzas:

· Conseguí este trabajo gracias a lo que me enseñasteis.

· Hasta que no he ido a una entrevista, no he sido consciente de las muchas cosas que he interiorizado en estos meses de trabajo y talleres. Ha molado darme cuenta.

· Hasta ahora, nunca me había gustado verme, es la primera vez que me gusto.

· Encontrar gente afín, y que ‘la profe’ sepa hacernos conectar, ha sido una pasada.

· Si no es por Lara dándome la tabarra para que fuera, lo que me hubiera perdido ,¡Que le den a la timidez! La experiencia en este taller ha sido increíble, gracias.

· Recordaré esto siempre.

· Todo esto no hubiera sido posible sin vuestro apoyo y dedicación gracias a todo el equipo por esta oportunidad que nos habéis dado, que como veis estamos aprovechando al cien por cien! Gracias por vuestro trato, vuestro trabajo y por hacer de mi lo que ahora mismo soy...no tengo palabras para vosotras!! Sólo deciros gracias una y mil veces más.

Te suena pretencioso este artículo? Me temo entonces que no lo has entendido en su sentido más profundo. Está escrito para compartir, pero también para añadir a la caja; es un salvavidas del Titanic profesional para cuando hay iceberg a la vista, la mascarilla de oxígeno del avión laboral, el faro refulgente en la playa oscura, el abrazo que te das a ti mismo cuando tiembla el suelo en tu puesto de trabajo. El “todo va a salir bien” que te susurra el alma en los días jodidos. 


Y tú, ¿tienes lista tu caja de recuerdos de auto-rescate?.

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