Ser capaz de ir más allá de la
asistencia simple y ejecutora en tu puesto de trabajo, es un reto que todos
deberíamos aceptar, con la idea de aportar, de motivar y enriquecer a todas las
partes implicadas en nuestra labor diaria, incluidos (y principalmente)
nosotros mismos.
No seas un mueble. Ya hay mesas,
sillas y percheros en tu lugar de trabajo. No te conformes con asistir cada
día, cumplir cuatro pautas y salir del trabajo sin sonreír. No seas zombie,
porque hay muchos Negan
por el mundo, con su Lucille, pero principalmente, porque te vas a
aburrir, no te van a valorar, serás menos eficiente y perderás las ganas por el
camino.
La idea es: propón. Seguro que
en alguna ocasión has pensado que ciertas cosas se podrían hacer de otra forma,
que seguro que introduciendo una pequeña modificación, tu cliente estaría
obteniendo un mejor servicio, que si tocamos esto o aquello, los compañeros del
trabajo se sentirían mejor y eso repercutirá en la mejora general de desempeño
y esfuerzo. ¿Y por qué no lo propones?. Cierto es que no es tan sencillo en
todos los ámbitos laborales, pero también es verdad que en muuuuchas de las
ocasiones nos vencen el miedo, la pereza, la dejadez, incluso planteamientos
como “es que esto tendría que salir de otro lado, encima no voy a dar ideas”…
¿cómo que no? ¿y por qué no?. Piensa ¿hay un beneficio general en tu idea? ¿es
una propuesta que puede mejorar procedimientos, resultados, bienestar?.
Entonces ¿por qué no lo propones?.
Esto es aplicable a muchos tipos de
trabajo, no hay que pensar siempre en una oficina con sus despachos,
ordenadores y jerarquías. A lo mejor trabajas en una franquicia de hostelería
rígida en sus procederes, pero seguro que si tienes una idea, puedes
proponerla, y si realmente supone una optimización, al menos, será escuchada. O
trabajas en una consultora de recursos humanos..., fíjate si ese no es un lugar
en el que proponer ideacas. O cualquier otro ejemplo. Propón.
No hace falta ser el rey de la
iniciativa, aunque sí hay que quitarse de encima prejuicios sobre tu
propio puesto, imposiciones sociales sobre las jerarquías laborales y el
complejo de borrego desprovisto de opciones. Tienes opciones, de ti depende ser
el que las obvia para seguir quejándose o el que decide visualizarlas y tomar
cartas en el asunto.
Algo que recomendamos siempre desde
la orientación laboral a nuestros usuarios, es que nunca sean invisibles.
Principalmente aplicamos esto a procesos de selección grupales: cualquier cosa
excepto excesiva agresividad y ser invisible. ¿Y por qué no lo aplicamos al
mantenimiento del empleo? No seas invisible en tu equipo de trabajo, aporta,
opina, decide, PROPÓN. Nunca salgas de una reunión sin haber abierto la
boca. ¿De verdad TODO lo que se hace y/o se ha propuesto ‘está bien’? ¿No hay
NADA que quieras aportar, matizar, proponer, sugerir? ¿EN SERIO?. Pues qué
rollo.
Muchas son las ventajas de idear.
Quiero compartir la que, desde mi punto de vista de proponedora compulsiva, es
la más enriquecedora. Cuando propones una idea, un plan, una actividad no
prevista, nace de ti. Te emociona solo estar en casa pensando en la propuesta,
cómo lo vas a contar, cómo se te ocurrió, cuáles pueden ser las consecuencias.
Aunque sea algo pequeño. Esto se llama ilusión. Así lo transmitirás, con
ilusión (y con una buena garantía de mejora de resultados, obviously).
Si te dan el ok… ay! Empezar a darle forma, matizar detalles, involucrar a más
gente, son algunas de las cosas chachis del inicio. Tienes tu pequeña criatura,
en la que crees con fuerza, que para eso es tu creación. Ojo, esto es así por
pequeño que sea el tema, que igual solo quieres cambiar los cestos de los
azucarillos por un container multicontenido: azúcar, sacarina, sal y
aceite, pero es TU propuesta, aceptada y en vías de implementación. No hay
papel pequeño, dicen los actores. No hay cambio sin importancia, te estoy
diciendo yo. Tu idea llevada a cabo, eso es aportar, y debería ser obligatorio
en tus prioridades, algo así como auto-obligatorio, ya que si es
obligatorio-impuesto, pierde su esencia, como es inferible. Le pones emoción, e
irremediablemente, eso desemboca en motivación. ¿Te imaginas volver a estar
motivado por/en tu trabajo? Pues lo que te digo es que está en tu mano. Deja de
esperar cambios organizacionales a gran escala, o propuestas de figuras brillantes
del equipo, o, bueno, deja de esperar en general. Tienes que parir una idea,
porque tendrá consecuencias positivas a diversos niveles, y eso, es
enriquecedor a nivel habitación de los espejos: tu motivación se va reflejando
en el espejo de enfrente, que a su vez lo proyecta al de más allá, y
finalmente, se produce un efecto de multi-reflexión que ilumina la estancia
laboral. Dejas de ser la Luna, que refleja luz de otros astros, y eres un
ratito el Sol, fuente emisora. Vamos, solete, verás lo contagiosos que son tu
luz y tu calor.
Foto: Cesar González |
Florece. Si estás en el puesto que
estás, es porque lo vales…o no?. Piensa, lo vales?. Está claro que sembraste,
y si tienes este trabajo es porque la semilla enterrada y nutrida se
abrió paso, vio la luz y se hizo planta, pero, has florecido?. Florece a través
de tus ideas, tus propuestas, tus criaturas entregadas en pos de la mejora
colectiva. Sé la planta y sé la flor, que da oxígeno a la par que embellece,
allá donde esté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario