A veces creemos que el trabajo nos define.
Nos aferramos al cargo, al
sector, al “yo soy tal cosa”. Como si nuestra identidad profesional estuviera
grabada en una tarjeta de visita, y no en la forma en la que habitamos lo que
hacemos. Hasta que la vida -porque siempre es la vida la que empuja- nos cambia
de sitio. Nos saca de lo conocido. Y entonces aparece la gran pregunta:
¿Qué me llevo conmigo?
¿Qué queda cuando ya no estás en
el mismo puesto, ni en la misma empresa, ni en el mismo sector? ¿Qué puedes
ofrecer cuando te toca mirar hacia otro lado y no sabes ni por dónde empezar?
Yo te lo digo: te llevas mucho
más de lo que crees.
Y se llama competencias
transferibles.
El equipaje invisible que ya es tuyo
Las competencias transferibles
son esas habilidades que no dependen de un oficio concreto. Son lo que sabes
hacer, más allá de dónde lo hayas aprendido. Es tu forma de estar en el
trabajo, de resolver lo cotidiano, de manejar lo inesperado, de tratar a quien
tienes delante.
No son solo “cosas técnicas”. Son
más bien formas de ser-haciendo.
Y lo mejor es que te las
puedes llevar contigo a donde vayas. Como una mochila bien hecha, con
costuras firmes, que no pesa… pero te sostiene.
Cómo saber cuáles son las tuyas
No siempre es fácil verlas. Están
tan integradas en ti, que a veces ni las notas.
Pero hay pistas.
¿Eres de las que se adelanta a lo que puede fallar? Eso es pensamiento anticipatorio.
¿Sabes coordinar sin mandar, liderar sin imponer? Ahí hay liderazgo
colaborativo.
¿Sostienes bien la presión? Resiliencia,
querida.
¿Te entiendes con cualquiera,
hasta con quien nadie quiere atender? Empatía, comunicación, gestión
emocional.
¿Resuelves marrones sin drama?
Más claro, agua: resolución de problemas.
No son superpoderes, pero casi.
Y lo mejor es que no desaparecen
cuando cambias de lugar. Al revés: se adaptan. Se transforman. Te abren
caminos.
Y si no consigues
identificarlas totalmente, busca un buen orientador/a laboral.
Algunos ejemplos
Cuando descubres lo que ya tienes, todo cambia
Conozco muchas historias de
personas que se han pasado media vida trabajando en lo mismo.
En un taller. En una oficina. En un mostrador. En un almacén. Y cuando eso se
termina —porque se termina— se quedan como frente a una hoja en blanco.
“Yo ya no valgo. Yo solo sé hacer
esto. ¿Quién va a querer lo que tengo?”
Y ahí, en ese momento exacto de
duda, entra en juego el descubrimiento: no partes de cero.
Es como si alguien encendiera una luz y vieras que esa hoja en blanco… ya está
escrita.
Solo que con otra tinta. En otro idioma. Y toca traducirlo.
Felisa y el cierre del negocio
Hace un tiempo acompañé a una
mujer que llevaba 14 años siendo dependienta en una tienda de ropa, de barrio
de toda la vida.
Cierre inesperado. 56 años.
“¿Quién me va a coger ahora?”, me dijo.
Ella pensaba que su trabajo era vender camisetas. Pero en realidad:
- Escuchaba sin juzgar.
- Leía a las personas con solo verlas entrar.
- Tenía una memoria increíble para los gustos de cada
clienta.
- Resolvía quejas con una sonrisa sincera.
- Organizó el almacén de forma que ahorraban una hora
diaria.
¿Sabes qué encontró? No solo un
nuevo trabajo en atención al cliente digital.
Encontró una mirada nueva sobre sí misma. Y me dijo: "Nunca pensé que sabía tanto."
Para las mujeres que han cuidado sin currículum
Hay una experiencia que rara vez
se escribe en un CV, pero que moldea capacidades como pocas: haber sostenido
la vida de otras personas.
Las mujeres que han estado años
dedicadas a la crianza, al cuidado de familiares, a las tareas de TRABAJO
doméstico, suelen sentirse “desactualizadas”, como si el mundo laboral se
hubiera movido sin ellas.
Y, sin embargo, lo que han hecho
durante ese tiempo —aunque no haya tenido nómina ni vacaciones— es una
escuela brutal de competencias transferibles.
Porque cuando cuidas, planificas,
organizas, improvisas. Tomas decisiones rápidas sin margen de error. Resuelves
conflictos. Coordinas agendas, emociones, tareas. Te anticipas. Aguantas el
cansancio, la frustración, la presión. Y aunque no lo llames así, estás usando
a diario habilidades que muchísimas empresas valoran.
El problema nunca ha sido que no
tengas experiencia. El problema es que no se reconoce como experiencia lo
que has hecho.
Pero aquí estamos para cambiar
esa mirada. Y aunque merece un artículo entero, no quería dejar de mencionarlo
en este tema.
Ejemplos de competencias desarrolladas en periodos de cuidados y su aplicación profesional:
COMPETENCIA
DESARROLLADA EN CUIDADOS |
APLICACIÓN
LABORAL DIRECTA |
Organización
multitarea |
Coordinación de agendas,
logística, administración, atención en cocina o almacenes. |
Resolución
de conflictos |
Mediación, atención al cliente,
recursos humanos, educación infantil. |
Gestión
emocional |
Cuidado de personas, asistencia
sociosanitaria, educación, gestión de equipos. |
Anticipación
de necesidades |
Atención al cliente, logística,
ventas, hospitalidad, puestos de coordinación. |
Resiliencia |
Trabajo bajo presión, servicios
de emergencia, producción, sectores con alta exigencia. |
Comunicación
afectiva y clara |
Atención telefónica, mediación,
enseñanza, asistencia personal, hostelería. |
Capacidad
de improvisación práctica |
Eventos, hostelería, asistencia
domiciliaria, soporte técnico. |
Coordinación
de recursos limitados |
Finanzas domésticas → gestión
presupuestaria, administración, compras. |
Aprendizaje
por observación y repetición |
Producción, formación práctica,
apoyo educativo, tareas técnicas. |
Capacidad
de escucha profunda |
Trabajo social, salud,
orientación, atención directa, psicología, servicio a la comunidad. |
Trabajo
no supervisado con alto grado de exigencia |
Limpieza profesional, tareas
domiciliarias, vigilancia, mantenimiento. |
Gestión
del tiempo y prioridades |
Asistencia ejecutiva, logística,
atención al cliente, entornos con ritmos acelerados. |
Las competencias transferibles son puertas
Como vemos, son puertas que
conectan mundos. Que te permiten pasar del sector A al sector B sin tener que
“ser otra persona”. Solo necesitas aprender a contarlo. A traducirlo. Y eso,
créeme, se puede aprender.
Porque lo difícil no es tener las
competencias. Lo difícil es verlas, nombrarlas, valorarlas. Y cuando lo
haces… el mapa cambia.
Y tú, ¿te has parado a pensar en qué te llevas contigo si todo cambiara mañana?
Tal vez estés justo en ese
momento.
Tal vez estés acompañando a
alguien que lo está.
Tal vez ya lo viviste, y ahora
sabes lo que vale mirar dentro.
Yo solo quería recordarte esto: Tus
competencias no son solo lo que haces. Son cómo lo haces. Y eso no te lo
quita nadie. Ni los ERE, ni los cambios, ni las crisis, ni los algoritmos.
Y desde la orientación laboral, esto importa — mucho
Porque no basta con que las
competencias transferibles existan: hay que saber mirarlas, nombrarlas,
traducirlas y devolverlas con dignidad.
Desde la orientación laboral
tenemos una responsabilidad enorme: acompañar con respeto estos procesos de
reconstrucción, detectar el potencial allí donde a veces solo se ve carencia, y
ayudar a reubicar las piezas en un nuevo mapa.
Porque, por ejemplo, cuando una mujer descubre que todo lo que ha hecho cuenta, no solo encuentra
trabajo. Se encuentra a sí misma desde otro lugar.
Una ayuda práctica
Si todo esto te ha resonado, reflexiónalo.
Si acompañas a otras personas en
estos procesos, cuéntame.
Y si te cuesta ver lo que sabes
hacer… escribe. Porque hay cosas que solo se iluminan cuando las
nombramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario