miércoles, 6 de agosto de 2025

LAS COMPETENCIAS TRANSFERIBLES: LO QUE TE LLEVAS CONTIGO CUANDO TODO CAMBIA

 

A veces creemos que el trabajo nos define.

Nos aferramos al cargo, al sector, al “yo soy tal cosa”. Como si nuestra identidad profesional estuviera grabada en una tarjeta de visita, y no en la forma en la que habitamos lo que hacemos. Hasta que la vida -porque siempre es la vida la que empuja- nos cambia de sitio. Nos saca de lo conocido. Y entonces aparece la gran pregunta:

¿Qué me llevo conmigo?

¿Qué queda cuando ya no estás en el mismo puesto, ni en la misma empresa, ni en el mismo sector? ¿Qué puedes ofrecer cuando te toca mirar hacia otro lado y no sabes ni por dónde empezar?

Yo te lo digo: te llevas mucho más de lo que crees.

Y se llama competencias transferibles.

 

El equipaje invisible que ya es tuyo

Las competencias transferibles son esas habilidades que no dependen de un oficio concreto. Son lo que sabes hacer, más allá de dónde lo hayas aprendido. Es tu forma de estar en el trabajo, de resolver lo cotidiano, de manejar lo inesperado, de tratar a quien tienes delante.

No son solo “cosas técnicas”. Son más bien formas de ser-haciendo.

Y lo mejor es que te las puedes llevar contigo a donde vayas. Como una mochila bien hecha, con costuras firmes, que no pesa… pero te sostiene.

 

Cómo saber cuáles son las tuyas

No siempre es fácil verlas. Están tan integradas en ti, que a veces ni las notas.
Pero hay pistas.

¿Eres de las que se adelanta a lo que puede fallar? Eso es pensamiento anticipatorio.

¿Sabes coordinar sin mandar, liderar sin imponer? Ahí hay liderazgo colaborativo.

¿Sostienes bien la presión? Resiliencia, querida.

¿Te entiendes con cualquiera, hasta con quien nadie quiere atender? Empatía, comunicación, gestión emocional.

¿Resuelves marrones sin drama? Más claro, agua: resolución de problemas.

No son superpoderes, pero casi.

Y lo mejor es que no desaparecen cuando cambias de lugar. Al revés: se adaptan. Se transforman. Te abren caminos.

Y si no consigues identificarlas totalmente, busca un buen orientador/a laboral.

 

Algunos ejemplos




Cuando descubres lo que ya tienes, todo cambia

Conozco muchas historias de personas que se han pasado media vida trabajando en lo mismo.
En un taller. En una oficina. En un mostrador. En un almacén. Y cuando eso se termina —porque se termina— se quedan como frente a una hoja en blanco.

“Yo ya no valgo. Yo solo sé hacer esto. ¿Quién va a querer lo que tengo?”

Y ahí, en ese momento exacto de duda, entra en juego el descubrimiento: no partes de cero.
Es como si alguien encendiera una luz y vieras que esa hoja en blanco… ya está escrita.
Solo que con otra tinta. En otro idioma. Y toca traducirlo.

 

Felisa y el cierre del negocio

Hace un tiempo acompañé a una mujer que llevaba 14 años siendo dependienta en una tienda de ropa, de barrio de toda la vida.

Cierre inesperado. 56 años. “¿Quién me va a coger ahora?”, me dijo.
Ella pensaba que su trabajo era vender camisetas. Pero en realidad:

  • Escuchaba sin juzgar.
  • Leía a las personas con solo verlas entrar.
  • Tenía una memoria increíble para los gustos de cada clienta.
  • Resolvía quejas con una sonrisa sincera.
  • Organizó el almacén de forma que ahorraban una hora diaria.

¿Sabes qué encontró? No solo un nuevo trabajo en atención al cliente digital.
Encontró una mirada nueva sobre sí misma. Y me dijo: "Nunca pensé que sabía tanto."

 

Para las mujeres que han cuidado sin currículum

Hay una experiencia que rara vez se escribe en un CV, pero que moldea capacidades como pocas: haber sostenido la vida de otras personas.

Las mujeres que han estado años dedicadas a la crianza, al cuidado de familiares, a las tareas de TRABAJO doméstico, suelen sentirse “desactualizadas”, como si el mundo laboral se hubiera movido sin ellas.

Y, sin embargo, lo que han hecho durante ese tiempo —aunque no haya tenido nómina ni vacaciones— es una escuela brutal de competencias transferibles.

Porque cuando cuidas, planificas, organizas, improvisas. Tomas decisiones rápidas sin margen de error. Resuelves conflictos. Coordinas agendas, emociones, tareas. Te anticipas. Aguantas el cansancio, la frustración, la presión. Y aunque no lo llames así, estás usando a diario habilidades que muchísimas empresas valoran.

El problema nunca ha sido que no tengas experiencia. El problema es que no se reconoce como experiencia lo que has hecho.

Pero aquí estamos para cambiar esa mirada. Y aunque merece un artículo entero, no quería dejar de mencionarlo en este tema.

 

Ejemplos de competencias desarrolladas en periodos de cuidados y su aplicación profesional:

COMPETENCIA DESARROLLADA EN CUIDADOS

APLICACIÓN LABORAL DIRECTA

Organización multitarea

Coordinación de agendas, logística, administración, atención en cocina o almacenes.

Resolución de conflictos

Mediación, atención al cliente, recursos humanos, educación infantil.

Gestión emocional

Cuidado de personas, asistencia sociosanitaria, educación, gestión de equipos.

Anticipación de necesidades

Atención al cliente, logística, ventas, hospitalidad, puestos de coordinación.

Resiliencia

Trabajo bajo presión, servicios de emergencia, producción, sectores con alta exigencia.

Comunicación afectiva y clara

Atención telefónica, mediación, enseñanza, asistencia personal, hostelería.

Capacidad de improvisación práctica

Eventos, hostelería, asistencia domiciliaria, soporte técnico.

Coordinación de recursos limitados

Finanzas domésticas → gestión presupuestaria, administración, compras.

Aprendizaje por observación y repetición

Producción, formación práctica, apoyo educativo, tareas técnicas.

Capacidad de escucha profunda

Trabajo social, salud, orientación, atención directa, psicología, servicio a la comunidad.

Trabajo no supervisado con alto grado de exigencia

Limpieza profesional, tareas domiciliarias, vigilancia, mantenimiento.

Gestión del tiempo y prioridades

Asistencia ejecutiva, logística, atención al cliente, entornos con ritmos acelerados.

 

Las competencias transferibles son puertas

Como vemos, son puertas que conectan mundos. Que te permiten pasar del sector A al sector B sin tener que “ser otra persona”. Solo necesitas aprender a contarlo. A traducirlo. Y eso, créeme, se puede aprender.

Porque lo difícil no es tener las competencias. Lo difícil es verlas, nombrarlas, valorarlas. Y cuando lo haces… el mapa cambia.

 

Y tú, ¿te has parado a pensar en qué te llevas contigo si todo cambiara mañana?

Tal vez estés justo en ese momento.

Tal vez estés acompañando a alguien que lo está.

Tal vez ya lo viviste, y ahora sabes lo que vale mirar dentro.

Yo solo quería recordarte esto: Tus competencias no son solo lo que haces. Son cómo lo haces. Y eso no te lo quita nadie. Ni los ERE, ni los cambios, ni las crisis, ni los algoritmos.

Y desde la orientación laboral, esto importa — mucho

Porque no basta con que las competencias transferibles existan: hay que saber mirarlas, nombrarlas, traducirlas y devolverlas con dignidad.

Desde la orientación laboral tenemos una responsabilidad enorme: acompañar con respeto estos procesos de reconstrucción, detectar el potencial allí donde a veces solo se ve carencia, y ayudar a reubicar las piezas en un nuevo mapa.

Porque, por ejemplo, cuando una mujer descubre que todo lo que ha hecho cuenta, no solo encuentra trabajo. Se encuentra a sí misma desde otro lugar.

 

Una ayuda práctica

“Herramienta práctica para trabajar la pregunta ¿Qué es lo que sé hacer?” Aunque no habla exactamente de competencias transferibles, este ejercicio de David Barreda, es una gran ayuda en momentos de cambio, para trabajar punto de partida y posibles destinos: descárgala aquí



Si todo esto te ha resonado, reflexiónalo.

Si acompañas a otras personas en estos procesos, cuéntame.

Y si te cuesta ver lo que sabes hacer… escribe. Porque hay cosas que solo se iluminan cuando las nombramos.

 

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