Cada vez que
algo cambia en nuestro trabajo, buscamos respuestas técnicas: otra herramienta,
otra formación, otra estrategia. Pero con el tiempo descubrimos que lo que más
necesitamos no está en los manuales. Está en nosotras y nosotros: en cómo
pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Está en las raíces invisibles que
sostienen todo lo demás. Esas raíces tienen nombre: metacompetencias.
¿Qué son las metacompetencias?
Las
metacompetencias son capacidades de orden superior que no se limitan a una
tarea concreta ni a un contexto específico, sino que actúan como habilidades
raíz que permiten activar, combinar y renovar otras competencias. Son, en
cierto modo, el “sistema operativo” de la persona trabajadora: no se ven en la
superficie, pero determinan cómo se aplican los conocimientos, cómo se
gestionan las emociones y cómo se afrontan los cambios.
A diferencia de
las competencias técnicas (que caducan con rapidez cuando la tecnología o los
procesos evolucionan), las metacompetencias trascienden lo técnico y lo
ocupacional. Sirven para aprender a aprender, para adaptarse a lo desconocido,
para integrar lo emocional con lo racional, y para sostener un propósito que dé
sentido al desempeño.
Podemos
entenderlas como un sistema radicular invisible: no producen frutos
directamente, pero hacen posible que crezcan todas las demás competencias. Sin
ellas, el árbol profesional se marchita en cuanto cambia el clima; con ellas,
es capaz de reinventarse, florecer en nuevos terrenos y resistir incluso los
entornos más volátiles.
Metacompetencias en el ámbito laboral
El mercado
laboral de hoy exige mucho más que conocimientos específicos. Pide personas
capaces de adaptarse cuando cambian las condiciones, analizar situaciones
complejas sin perder la visión global, aprender y desaprender de manera
continua, gestionar el autocontrol ante la presión, planificar y tomar
decisiones asumiendo consecuencias, trabajar en equipo y dirigir con propósito.
Sin estas raíces, la técnica se vuelve obsoleta demasiado rápido.
Metacompetencias en el acompañamiento al empleo
La orientación
no es solo enseñar a usar portales de empleo. Es acompañar biografías marcadas
por la incertidumbre y la fragilidad. Para ello, las metacompetencias son
brújula: escuchar activamente y comunicar con claridad, tener visión
estratégica y consciencia organizativa, acompañar con resiliencia, propósito y
ética, y fomentar la autonomía y la iniciativa en las personas orientadas. Una buena orientadora no solo transfiere conocimientos, sino que activa capacidades
invisibles que la persona ya tiene, pero no sabe que posee.
Metacompetencias en la responsabilidad sociodigital
La
digitalización ha traído un bosque de herramientas, plataformas y entornos,
pero no basta con aprender a movernos entre ellas: lo esencial es cómo asumimos
la responsabilidad de habitar lo digital. Las metacompetencias actúan aquí como
raíces profundas que nos permiten sostener un uso crítico, consciente y ético
de la tecnología.
• Autonomía y
autoorganización para filtrar información sin caer en la saturación.
• Pensamiento crítico para comprender cómo los algoritmos modelan nuestra
visión del mundo.
• Comunicación responsable para cuidar la huella digital que dejamos y las
conexiones que generamos.
• Creatividad con propósito para innovar de forma que sume y no excluya.
• Visión de futuro para recordar que lo digital debe ampliar derechos y
oportunidades, nunca limitarlos.
En este sentido,
las metacompetencias son el antídoto frente al “digitaleo” vacío: nos recuerdan
que lo importante no es la herramienta, sino el criterio, y que la verdadera
transformación digital sólo florece cuando está enraizada en responsabilidad
social y humana.
Las 15 metacompetencias clave
(A partir de Martínez Moreno, 2006)- Adaptabilidad / flexibilidad - Ajustar rutinas, itinerarios y herramientas a nuevos escenarios.
- Análisis de situaciones - Entender problemas complejos sin perder la visión global.
- Aprendizaje - Incorporar y desaprender contenidos de forma constante (learnability).
- Autocontrol - Gestionar emociones y presión en entornos críticos.
- Autonomía / autoorganización - Gestionar tiempos, recursos y prioridades con independencia.
- Comunicación interpersonal - Escuchar, transmitir con claridad y generar vínculos.
- Consciencia organizativa - Comprender cómo cada decisión impacta en el conjunto.
- Dirección de equipos - Liderar con propósito, equilibrando autonomía y responsabilidad.
- Iniciativa - Anticiparse a problemas y proponer mejoras.
- Innovación / creatividad - Buscar soluciones no convencionales y viables.
- Orientación al cliente - Poner en el centro a quien recibe el servicio, interno o externo.
- Planificación - Establecer objetivos, recursos y secuencias para lograr resultados.
- Toma de decisiones / resolución - Afrontar problemas y asumir consecuencias.
- Trabajo en equipo - Cooperar y compartir responsabilidades más allá de intereses individuales.
- Visión / sentido de propósito - Mantener el para qué de lo que hacemos en cualquier circunstancia.
De 2006 a 2025: la vigencia y evolución de las metacompetencias
Un origen
pre-digital
En 2006, Ángel
Martínez Moreno recopiló y definió un diccionario de quince metacompetencias en
un contexto donde la digitalización todavía no había transformado radicalmente
el mundo laboral. Internet ya estaba presente, pero no existían aún las redes
sociales como palanca profesional, el trabajo remoto era marginal y la
inteligencia artificial no formaba parte del vocabulario cotidiano.
Lo que
permanece: raíces que no caducan
Casi veinte años
después, sorprende comprobar cómo esas raíces se mantienen vigentes. Lejos de
quedar obsoletas, se han vuelto aún más críticas en un mercado marcado por la
volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad (VUCA). Hoy, la
adaptabilidad es clave para moverse en sectores que cambian a un ritmo
vertiginoso; la comunicación interpersonal sigue siendo indispensable para
generar confianza en entornos híbridos; y la visión de propósito se ha
convertido en brújula en tiempos donde el trabajo corre el riesgo de perder
sentido.
Lo que
cambia: el terreno donde crecen
La esencia de
las metacompetencias permanece, pero el terreno en el que deben desarrollarse
ha cambiado radicalmente. El trabajo híbrido, la globalización, el impacto de
la inteligencia artificial y la centralidad de lo digital no han creado nuevas
competencias de la nada: han revestido de actualidad a las ya existentes,
dotándolas de nuevos matices y nombres.
• “Aprendizaje”
ahora se llama learnability, para destacar la capacidad de aprender de manera
continua, autónoma y en entornos digitales.
• “Autocontrol” se reformula como resiliencia y autogestión emocional.
• “Consciencia organizativa” se traduce en pensamiento sistémico.
• “Comunicación interpersonal” incluye hoy la competencia comunicativa digital
y la gestión ética de la huella online.
Nuevas
narrativas, mismo sustrato
La literatura
más reciente sobre el futuro del trabajo confirma este giro terminológico. Se
habla de meta-skills, power skills o incluso competencias exponenciales para
designar, en el fondo, lo mismo que en 2006 ya se intuía: habilidades de
segundo orden que sostienen a todas las demás. La diferencia no está en el
concepto, sino en el énfasis.
Una
resignificación necesaria
En definitiva,
no hemos sustituido aquellas metacompetencias iniciales: las hemos
resignificado. Siguen siendo las raíces invisibles, pero ahora crecen en un
terreno atravesado por algoritmos, inteligencia artificial, conectividad global
y desafíos éticos inéditos.
Metacompetencias y power skills: dos caras de la misma raíz
En los últimos
años ha cobrado fuerza otro término que mencionaba en mi post anterior: las power skills. Con él se hace referencia a
esas habilidades que marcan la diferencia en entornos laborales líquidos,
aquellas que antes se llamaban soft skills pero que hoy se reconocen como el
verdadero motor del desempeño. En realidad, no estamos hablando de dimensiones
distintas, sino de dos formas de nombrar un mismo fenómeno.
Las
metacompetencias, tal como fueron planteadas en 2006, ya integraban capacidades
como la comunicación, la adaptabilidad, la resiliencia o el liderazgo. Lo que
el concepto de power skills aporta es un cambio de narrativa: subraya que no
son blandas ni secundarias, sino poderosas y determinantes para la
empleabilidad y el éxito profesional.
Así, mientras
que el término “metacompetencia” enfatiza su carácter transversal y de segundo
orden (habilidades que sostienen a todas las demás), el término “power skills”
pone el foco en su valor estratégico dentro de las organizaciones.
El puente con las competencias sociodigitales
Todo este
recorrido conecta de forma directa con el corazón de mi modelo de intervención:
las competencias sociodigitales. Porque lo digital no se sostiene sin lo
humano, y lo humano hoy no puede pensarse al margen de lo digital.
Las
metacompetencias son la base sobre la que se edifica cualquier uso
transformador de la tecnología:
• sin
adaptabilidad, la digitalización se convierte en un muro;
• sin pensamiento crítico, la IA se vuelve una caja negra que decidimos aceptar
sin cuestionar;
• sin comunicación responsable, la huella digital se convierte en ruido o en
riesgo.
Por eso sostengo
que las competencias sociodigitales no son un apéndice, sino el ecosistema
natural donde las metacompetencias se actualizan y cobran sentido. Aprender a
aprender se transforma en learnability digital, la iniciativa en exploración
creativa de nuevas herramientas, y la visión de propósito en criterio ético
para decidir qué plataformas usar y con qué fines.
En este terreno
híbrido, lo profesional, lo social y lo tecnológico se entrelazan, y ahí es
donde las metacompetencias muestran toda su fuerza: no como un listado de
habilidades abstractas, sino como raíces vivas que permiten que lo digital
florezca con propósito, inclusión y humanidad.
Raíces invisibles, frutos visibles
Las
metacompetencias son ese humus fértil que permite que cualquier competencia
técnica dé fruto.
• En el
ámbito laboral, sostienen la capacidad de adaptarse a un mercado líquido.
• En la orientación, permiten acompañar con humanidad y estrategia.
• En la responsabilidad sociodigital, nos devuelven la mirada crítica y
ética.
Invertir en
metacompetencias es invertir en raíces. Y cuando las raíces son profundas,
ningún viento arranca el árbol.
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