El efecto Pigmalión tiene su origen en un mito griego, en el que un escultor llamado Pigmalión se enamoró de una de sus creaciones: Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito continúa cuando la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver el amor que éste sentía por la estatua, que representaba a la mujer de sus sueños. (Wikipedia)
Tú también
has tenido un momento en el que te has enamorado de tu obra. Piénsalo. De una
meta, de lo que haces, de un futurible.
Un proyecto,
una idea, una propuesta, que te ha desvelado, que te ilusionaba sobremanera,
que te arrancaba sonrisas furtivas imaginándolo.
Esos son
los buenos. Y se valen.
Cuando
estás dibujando aun de lejos el esbozo del borrador de una idea. Cuando se te
ocurre por primera vez y en tu cabeza aparece en grande ¿y si…?. Cuando lo
verbalizas por primera vez. Cuando te dicen: no sé por qué me da que
recordaremos este día.
Cuando encaja lo que se te ocurre con lo que se necesita. Match. Cuando una ocurrencia llega inspirada por el trabajo previo, como suele ser, justo cuando más falta hace. Musa-match. La experiencia es la mejor musa, pero la creatividad y la agilidad mental, arropan cuando el frío de la improductividad arrecia.
Cuando anotas
ideas en una servilleta, en el móvil, en la mano, que no escapen; oye Siri…
dices ya medio dormida. Y vislumbras lo que es aún una amalgama de
preconceptos. Pero ya te enamoras un poquito.
Cuando le
das forma, y preparas lienzo, pincel y colores. Y justo ahí ya sabes que es y
será. Y trazas, y los trazos te dibujan a ti, y desfilan definiendo densidades
divergentes, y toma forma, y es a la vez idea, objetivo, propósito y solución.
Y te encandila su mirada.
Cuando
aterrizas, concretas, perfilas, redactas, esculpes, y al fin tiene silueta. Y
es bello. Y te imaginas dándole vida. Es el guion de tu siguiente ópera prima, porque
cada una es la primera, cada proyecto, cada idea, cada puesta en marcha, es
primeriza, novel, tímida pero asertiva, intrépida y descarada. Y te ruborizas,
cada vez.
Cuando
compartes, comentas, expones. Y recoges miradas, reacciones, aportaciones,
sonrisas cómplices, enriquecimiento. Y crece. Cuando materializas y planificas, de
dentro a afuera, de afuera hacia dentro. Para crecer más, uno y grupo, una y todas,
uno y unión. Y cocrear. Y enamorarse, ya , perdidamente.
Cuando se
llama proyecto, taller, programa, jornada, libro, obra, producto, ensayo,
exposición, performance, actividad, proyección. Cuando se llama lo que tú quieras.
Lo que tú seas, lo que sacas, lo que compartes, lo que ponéis en marcha, lo que
se inicia. Cunado cuidas cada detalle, y proyectas la elaboración en holograma,
luego el volcado a tangible, luego la secuencia lógica sin perder la locura, y
luego el detalle. Y detalle. Y matiz. Y minuciosidad. Y autoexigencia. Y
detalle(s). Y Pigmalión.
Cuando
Galatea toma vida. Porque sabes que antes del inicio, ya hay mucha vida. Que antes
de estar viva, ya era amada. Que esa idea, ya era antes de ser porque fue en
ti. Y luego fue. Y ahora es y está, para evolucionar ya fuera de ti, para engendrar,
para servir, para mutar y ofrecer luz, para versionar tu visión del mundo al
servicio del mundo. Y la amas una vez más.
Pigmalión
se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el
marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente,
como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar
con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el
manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor,
creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de
que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas
con los dedos.
-Las
metamorfosis, de Ovidio-
Muy bonito, Lara!
ResponderEliminarMuchísimas gracias "anónimo" :) Un abrazo
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Gracias! Me parece un símil muy bien traído, porque lo iba leyendo y pensaba en qué pasa después con ese trabajo que hemos hecho para un grupo o un colectivo, sobre el que queremos seguir teniendo derechos exclusivos pero que ya es un proyecto vivo, que se tiene que adaptar a nuevas personas y situaciones. Y es que, por mucho que la amemos, cuando la estatua se convierte en persona es libre, y puede decidir de quién se enamora...
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