Me enamoré de ti. De vuestros ojos
perdidos ansiando respuestas, que en realidad lleváis dentro. De las miradas
gratas, después. Del acompañamiento incondicional, como prometía. Me enamoré
del compartir las alegrías, el crecimiento, el camino, del intercambiar
confidencias que traspasan barreras y funciones. Me enamoré de llorar a veces
de rabia y sacar de ahí la fuerza para el último empujón hasta tu éxito; me
desgarré de amor el día que empezabas por fin a quererte, a mirarte, a creer,
a luchar.
Profundamente enamorada, sin otra opción
que quererte, y querer saber fuera de horas cómo salió nuestro plan, y si
conseguimos un guiño cómplice de la vida al fin. Enamorada del brillo en los
ojos de la persona que te conoció, y me dijo que le encantas y quiere contar
contigo. Me enamoré de inventar ideas para que te apeteciera seguir viniendo,
y que a la vez generasen mariposas de cambio útil en tu tripa y en tu alma.
Me enamoré de estar enamorada, de sentir
pasión y transmitirla, del descoloque de contar que amas infinitamente lo que
haces, y te miren raro, a la vez que anhelante.
Y como amor atípico, perseguido ha de
ser, y burlado, y penado, y cuantificado.
Me pidieron que contase cada gesto, cada
paso, cada hora contigo. Desmenuzando el amor. Que analice cada minuto en
términos productivos, si queremos seguir con la historia de amor. ¿Que
analice? Yo hablaba de amor, tú preguntaste los costes indirectos. Mátame
camión.
Después de una jornada de amorientación,
escribí con ternura unas letras en las que quise contarte todo lo bueno que yo
había visto en ti, todas esas virtudes que me llegaron en nuestros días
juntos... ¡y yo qué sé si estaban en el listado de las mensurables! ¡Estaban
en ti! Y me enamoraron.
Si yo lo quiero es que brilles, enfocar
hacia ti todas las miradas, la luz, ver y hacer ver la magia que ya está
emanando de tu ser creciente. ¿Cómo se cuenta eso en un Excel? Este amor es
mucho más que combinar celdas.
No me dan tiempo a quererte, para que
tenga tiempo de contar nuestro amor, de plasmarlo, medirlo, comprobarlo,
calibrarlo, fotocopiarlo por duplicado, y demostrar a los que no aman, que el
amor verdadero existe, aunque hayan olvidado que un día lo sintieron.
Flaquean las fuerzas para enarbolar la
bandera de la lucha por este amor... me doblegaron; formatean las almas
desinstalando el romance e implementando la última versión de oficinista
megaproductivo 7.0. Me siento protagonista de 1984. Enhorabuena.
Tan difícil encontrar el amor(ientación)
y tan sencillo enturbiarlo desde el rol de observador.
Y sin embargo, prometo volver a amar.
Herida pero no muerta. Lejos, en el remanso de paz, sanaré y reinventaré el
amor en términos infinitos que no alcanzáis a comprender, ni mucho menos a
sentir. Amaré para siempre, como amé desde siempre, con mi alma enorme de Ave
Fénix, renaciendo inmensa y contagiando amor torrencial.
Foto: Alex Casas
Foto: Alex Casas