domingo, 9 de febrero de 2020

CUANDO LLEVAS EN EL ALMA EL CAMBIO SOCIAL


Utópica. Ingenua. Idealista (sin puntocom). Jipi. Ilusa. Soñadora. Ya se te pasará. Ya está con sus cosas. La kuki.

Todo eso y mucho más. Mucho tiempo. Todo el tiempo. Desde que tengo memoria. Casi me lo llegué a creer. ¿A ti te lo decían? Que estabas loca, que eras rara, que no eras realista, que demasiado sensible, que demasiado fe en la humanidad. Casi me lo creo. Menos mal que no.

Todas las personas que te dicen eso, no han hecho nunca, nada, que les haga sentir que están marcando la diferencia. Que han cambiado una vida. Que dejan alguna huella de mejora en el mundo. Nunca. Por eso quieren que tú tampoco, que tú nunca, que tú nada. Pero tú no eres tampoco, ni nunca, ni nada. Tú eres vamos, hagamos, cambiemos. Tú llevas en el alma el cambio social. ¿Y sabes qué? Es imparable.




Es invencible, es superlativo. Lo tienes, y sale, ya veremos cómo. Es inexpugnable, es inevitable, es fuerza de huracán, huracanes que se buscan, se encuentran, que arrasan la desidia, desatan ciclones de transformación, de avance, de sonrisa proyectada, de abrazo ante el agravio. A veces amaina, en ti, la intensidad del impulso. Descansas, respiras, vuelves. Es lo que eres. En ocasiones quisieras no serlo. Da igual, eres irremediable, necesaria, cíclica y enérgica. Sigues.

Leí una vez “que todo lo que pase a través de ti, se transforme”. Nadie te habla de cómo te transforma lo que se transforma. Del famoso aleteo de mariposa que acaba en tifón-bumerán, que te vuelve: facilitaste una chispa, y hoy arde el alma de un mundo. Calor de la llama del hogar común. Llevabas en el corazón a fuego el cambio social. Solo podía prender, aprender, aprehender. Pólvora vital, irremisible, inquebrantable.

Desde tu cuarto, tu barrio, tu curro o tu gerencia. Cambiarás el mundo porque cambias un micromundo; porque tu poco es mucho, porque mucho se hace con miles de pocos. Porque somos más de lo que imaginas, y, sobre todo, más de los que imaginan. Porque empezamos a reconocernos y a mirarnos a los ojos, y ya no hay miedo, ni pudor, ni duda, ni “bah, ¿para qué?”, ni soledad desgarradora de quien desagua un barco a dedales. Porque llevamos el cambio social en las entrañas, y acompañamos en la mejora de caminos vitales que cambian el mundo; Aunque suene pretencioso, aunque suene autocomplaciente. Es lo que hacemos. ¿Tú no? ¡Ah! Haber elegido susto.

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